De partida teníamos una lonja vacía de 50m2 que debía ser transformada en una oficina con una zona de trabajo común, espacio de reuniones, mucho almacenaje y una pequeña cocina. Además tenia que resultar muy atractiva para sus usuarios y para los clientes que la visitaran.
La reforma potenció uno de los puntos fuertes del espacio, la altura del local, a la que se sacó el máximo partido con la colocación de grandes murales y unas singulares lámparas suspendidas. Para no compartimentar el espacio, la zona de reuniones queda delimitada por un cambio de color y la zona de almacenaje se encuentra tras unos grandes paneles japoneses. El verde, la vegetación y los murales le dan personalidad y frescura al espacio.
26 de octubre de 2021